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El violento capo del Cartel de Juárez, de vivir casi como un rey, hoy solo un preso mas....

Por controlar Ciudad Juárez durante lo que fue el punto más álgido de la violencia urbana en la historia del país, Carrillo Fuentes, capturado en Torreón, en el estado de Coahuila (vea la foto al final del artículo), sin duda hubiese preferido haber sido atrapado en Juárez, el lugar en el que hizo su nombre y el del Cartel de Juárez.

Vicente era infame por su inclinación a tercerizar la violencia a expensas de una ciudad entera. Esa violencia pudo haber sido de ayuda en asegurarle el control de la “plaza” de Juárez –término en el hampa para “corredor de drogas”- tras la misteriosa muerte de su famoso hermano Amado, el llamado “Señor de los Cielos”, durante una cirugía plástica en Ciudad de México en 1997.

Luego de haber eliminado a algunos rivales y de haber solidificado sus alianzas con la aprobación de Ismael Zambada alias “El Mayo” y de Juan José Esparragoza alias “El Azul”, Vicente pasó a ser “Viceroy”. No era el rey del crimen organizado en México, pero tampoco era un peón cualquiera.

Ese momentaneo estatus parece haberlo hecho vulnerable. Después de que su hermano, Rodolfo, presuntamente asesinó a un operario del Cartel de Sinaloa en 2004, la guerra urbana que definiría al país durante el gobierno del expresidente Felipe Calderón (2006-2012), había sido detonada.

La cabeza del Cartel de Sinaloa, Joaquín “El Chapo” Guzmán, terminó convenciendo al Mayo y al Azul de que trabajaran de su lado. Así, los sicarios del Chapo sorprendieron a Rodolfo, alias “El Niño de Oro”, y a su esposa, mientras salían de un teatro de cine en Culiacán en septiembre de 2004. El asesinato de Rodolfo y de su esposa llevó a más retaliaciones –incluyendo el asesinato del hermano de Guzmán en prisión- hasta principios de 2008, cuando el Chapo decidió llevar la guerra a otro nivel.

Los primeros objetivos del Cartel de Sinaloa fueron la policía y las autoridades judiciales, quienes por mucho tiempo habían estado en la nómina del Cartel de Juárez. Entre ellos había miembros de La Línea, un grupo conformado por policías y expolicías que convertiría en el escuadrón de la muerte de Vicente.

Una vez el Cartel de Sinaloa ganó control sobre estos llamados “garantes” del hampa en Juárez, el Cartel de Juárez se vio en más problemas que nunca y la violencia llegó a su pico.

Juárez pasó de registrar alrededor de 300 homicidios en 2006, a más de 3.000 en 2010, un sorprendente incremento del 1.000 por ciento. Las autoridades nacionales, locales e internacionales, estaban horrorizadas. Peor aún, la dinámica en Juárez –mucha violencia, poca responsabilidad- pronto se esparciría a todo México.

Sin su guardia pretoriana, el Viceroy recurrió a Barrio Azteca, una pandilla nacida en las prisiones de Estados Unidos que había conseguido establecer su presencia en el sistema penitenciario de Juárez y que también había conseguido apoderarse de una porción del mercado de drogas de la ciudad. 

Las sorprendentemente fuertes habilidades organizacionales y contables de los aztecas incitaron al Viceroy a apoyarse fuertemente en este grupo durante la guerra contra el Cartel de Sinaloa. 

Pero los aztecas pasaron casi la misma cantidad de tiempo secuestrando y extorsionando a los locales que enfrentando a los asesinos y a los comandantes del Cartel de Sinaloa.

Pero el Cartel de Sinaloa todavía tenía una az bajo la manga. Las fuerzas de seguridad federales se dieron a la caza, y arrestaron masivamente a los socios del Cartel de Juárez, obligando a sus líderes a irse de la zona. Algunos se mantuvieron allí hasta el final. 

Las fuerzas federales habrían recibido pistas de los sinaloenses que les permitieron atacar de una manera más efectiva al Cartel de Juárez. Pero también se presentaron acusaciones de que las fuerzas de seguridad y el Cartel de Sinaloa estaban trabajando hombro a hombro.

Los resultados de esta guerra se hicieron aún más evidentes en 2011, cuando los homicidios comenzaron a caer. Ese año, los homicidios se ubicaron cerca de las cifras de 2006. La narrativa más común para explicar esta situación es que el Chapo venció a Viceroy.

Este es un análisis simplista, pero que no puede ser ignorado. Los analistas del hampa en México harían bien en entender que Vicente perdió Juárez no sólo por las muchas fortalezas del Chapo, sino también por su propia inclinación a desencadenar actores violentos en su propio territorio. 

Vicente siempre fue conocido como el más violento de los seis hermanos Carrillo Fuentes. Como es señalado en el libro”Los Capos” de Ricardo Ravelo, en ocasiones Vicente mataba a sus enemigos con sus propias manos y ordenaba que los enterraran en fosas comunes. Algunas veces incluso los enterraba vivos.

Tras ser vencido en Juárez, Vicente emprendió su camino hacia el vecino estado de Sonora, donde intentaría reagruparse. Sin embargo, el Cartel de Juárez ya no era más que una sombra de lo que alguna vez llegó a ser, y Vicente era parte de una generación más antigua de capos mexicanos que para entonces estaban muertos o tras las rejas.


Junto a sus hermanos, Vicente aprendió todos los trucos del tráfico de drogas de la mano del legendario narcotraficante Pablo Acosta Villareal, alias “El Zorro de Ojinaga”, pues era sobrino de uno de los aliados de Villareal; el líder del Cartel de Guadalajara, Ernesto Fonseca, alias “Don Neto”. 

En el punto más alto de su poderío, el Cartel de Juárez llegó a depender de una amplia red de funcionarios públicos de alto nivel para mover sus envíos de cocaína. Durante el gobierno del expresidente Carlos Salinas (1988-1994), el jefe de la policía federal cooperó con el Cartel de Juárez y lo protegió activamente. 

En Los Capos, Ravelo también señala que Vicente Carrillo en ocasiones acompañaba a su hermano cuando tenía reuniones con contactos de alto nivel en el Ejército, la Policía y la Procuraduría General de la República (PGR).

En sus últimos años en libertad Carrillo se vio obligado a mantenerse en movimiento, así como su hermano Amado en sus últimos días de vida. Se presentaron algunos informes que indicaban que Carrillo pretendía volver al negocio –presuntamente él es uno de los varios líderes de carteles que se reunieron este año en una ciudad fronteriza en México con el fin de comprometerse colectivamente en la lucha contra su enemigo común, el Cartel de Sinaloa. 

A pesar del aparentemente débil estado de Vicente -el Cartel de Juárez ha sido suplantado en gran medida por lo que queda de La Línea, mientras que Barrio Azteca se ha ganado su propio nombre por el tipo de violencia criminal que utiliza- hasta hace poco había sido difícil de capturar.

De hecho, su habilidad para evitar ser capturado ya había sido puesta a prueba en el pasado. En 2005 la PGR detuvo a un arquitecto en un centro comercial de Ciudad de México tras confundirlo erróneamente con Carrillo.

Por esos días, cuando se le preguntó al subdirector de la PGR sobre qué tan cerca estaba el gobierno de capturar a Vicente Carrillo, respondió: “Creo que muy pronto. Él está solo y no tiene apoyo. La ruptura causada por la muerte de su hermano [Rodolfo] lo dejó en muy mal lugar y nuestra información indica que nos estamos acercando”.

Casi diez años más tarde, las autoridades mexicanas finalmente lograron capturarlo.