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La corta vida de una mujer en La Merced: a los 25 ya “son grandes” y a 35, las creen “improductivas”

La zona de mercados conocida como La Merced, un antiguo barrio cuyas raíces históricas se hunden en la época prehispánica, es también el lugar de trabajo de al menos 3 mil sexoservidoras que presentan afectaciones a sus condiciones físicas, emocionales y mentales.

Lady Meche es un proyecto realizado por especialistas de la UNAM y UVM que consiste en crear estrategias y proyectos de intervención social con estas mujeres para que en el futuro puedan tener habilidades sociales, psíquicas y tolerancia a frustración.

México, 8 ene.- La sola mención de La Merced, barrio ubicado en el centro de a Ciudad de México, remite a un paisaje en que convergen delincuencia, comercio y prostitución.

Muchas de las 3 mil mujeres que trabajan ahí como sexoservidoras han dedicado la mayor parte de su vida a vender su cuerpo, lo que ha dañado sus condiciones físicas, emocionales y mentales.

“La mayoría de ellas han sido víctimas de abusos, exclusión, marginación, discriminación, explotación y despojo de identidad, lo que les ha dejado graves secuelas”, explica a Efe la trabajadora social Paulina Flores.

Actualmente se estima que hay aproximadamente 70 mil mujeres inmersas en el comercio sexual en la Ciudad de México, cifra que incluye a mujeres en condiciones de esclavitud o servidumbre sexual.

Pero fue justo en La Merced donde Flores, junto a un grupo de estudiantes y una profesora de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) buscaron una forma de reducir esos daños psicosociales que se han producido en mujeres inmersas en el comercio sexual.

“Así surgió Lady Meche, un proyecto que consiste en crear estrategias y proyectos de intervención social con estas mujeres”, explicó Natalia Martínez, otra de las involucradas en este proyecto.
A través de estrategias comunitarias, seguimiento de casos y talleres de arte, salud y elaboración de objetos, las especialistas lograron involucrarse con esta mujeres con el fin de entender y atender sus principales problemáticas.


“Detectamos que una de las principales incógnitas era su futuro laboral. En la zona de La Merced, cuando ya tienen 25 años son consideradas grandes para su actividad, y a los 35 se les considera improductivas”, explicó Martínez.

Como respuesta a esta problemática, ambas especialistas junto a Karina López y María Elena García, esta última académica de la ENTS, decidieron que, a través de Lady Meche, podían ofrecerles una posibilidad de trabajo real basado en la elaboración y venta de productos cosméticos.

“Queríamos tener una empresa social para generar utilidad financiera, pero sobre todo ofrecerles una alternativa real. No planteamos que abandonen su actividad, sino que puedan escoger en dónde quieren estar”, detalla Martínez.

Y fueron las mismas mujeres involucradas en el proyecto quienes les expresaron el deseo de tener algo propio, un negocio, algo formal y establecido.

Entonces, las especialistas le dieron forma a la idea y como resultado surgió la elaboración de un lápiz labial artesanal bajo la marca de Lady Meche, el cual esperan pueda salir al mercado en el segundo semestre de este año.

“Queremos que este producto simbolice parte de la historia e identidad que han construido en el barrio de La Merced y con ello convertir a este grupo social en mujeres emprendedoras”, señaló Paulina Flores.

El producto será elaborado por las sexoservidoras de manera artesanal, después de una capacitación profesional, y se presentará en tres colecciones: dulces, flores y frutas, en homenaje a los mercados del barrio.


Hasta ahora, Lady Meche no ha logrado obtener financiación para desarrollar la idea, aunque sí han sido reconocidas con el Premio UVM por el Desarrollo Social 2017, el cual fue entregado a Lady Meche por la Universidad del Valle de México (UVM).

Sin embargo, las trabajadoras sociales consideran que este proyecto ya ha logrado tener un impacto en las mujeres con las que han trabajado.

“Ellas han ejercitado su memoria, han aprendido a socializar, porque una de las características que ellas tienen es que, debido a la realidad que viven, están acostumbradas a olvidar y seguir adelante”, explica Martínez.
El plan es que en el futuro estas mujeres puedan tener habilidades sociales, psíquicas y tolerancia a frustración.

Por último, reconocen que el principal objetivo es constituirse como una empresa que tenga un impacto social.

“Queremos ser una plataforma de trabajo formal. Que si a ellas no les gusta hacer cosméticos se vayan a otro lugar con una carta de recomendación, pero que sepan que pueden hacer algo más y dejen de pensar que solo sirven para prostituirse”, concluyó Paulina Flores.