Me fui de fiesta con unas morritas y casi termino ejecutado en la loquera
Ciudad Juárez fue la última parada de una gira con el grupo en que chambié ese verano. O sea que su acordeonista se habÃa enfermado. Yo creo que sÃ, el bato se habÃa enfermado, pero de miedo a que lo quebraran.
El güey estaba metido de malandro (siempre andaba armado) y seguro pensó que corrÃa riesgo yéndose para aquella zona. A mà me valió madre y decidà quedarme una noche más agarrando la peda con una morrita, una vieja bien buena que conocà en el toquÃn.
No me acuerdo ni cómo se llamaba, pero era una edecán que estaba trabajando en el evento. Cuando terminamos de tocar pasó con sus compas edecanes atrás para sacarse una foto con nosotros. Les dije, Morras: ¿a dónde será bueno caerle de aquà pa’ seguir echando desmadre? Y luego les ofrecà una chela. Mi morrita de volada me invitó a irme con ellas dizque a un antrillo.
Nadie de la banda me acompañó, ya que todos se iban a regresar en autobús. Cuando llegué de la mano de la vieja me di cuenta que no habÃamos caÃdo a un bar o discoteca, sino a una casa. Las viejas todavÃa iban vestidas en minifalda de la Tecate y bien cargadas de maquillaje, o sea que no se habÃan quitado el uniforme. Me dijeron que a su “amigo”, el dueño del cantón, le gustaba verlas asÃ.
Pues quién sabe quién serÃa ese güey porque el cantón era una pinche casota bien grande, pero sin terminar. Estaba en obra negra y toda de adentro estaba iluminada por un chingo de velas. Un diyei estaba poniendo música electrónica. Me detengo un momento para aclarar que Juárez ya estaba súper caliente en ese tiempo, y aún asÃ, pero por andar de caliente, dije Chingesumadre, vamos pa’ dentro.
Tripié que toda la raza estaba súper morrita y hasta el culo de loquera. Todos los morritos estaban bien pinches tronados. Entonces me cayó el veinte de que las edecanes y sus compas, detrás del maquillaje, también tenÃan unos quince o dieciséis. PodrÃa haberme abierto ahÃ, pero me siguió valiendo madre: estaba bien pedo y bien caliente. Subimos al segundo piso y ahà en el pasillo mi morrita sacó una bolsita de perico. Nos metimos unas puntas con la llave de su carro.
Le pregunté que edad tenÃa. Se rió. Nos besamos. Luego volvió a tomarme de la mano y me metió a uno de los cuartos. Ahà estábamos fajando bien duro cuando entró un pinche cabrón gritando. Yo creo que era el dueño del cantón. Me llamó la atención que el bato era bien pinche amanerado y hasta risa me estaba dando, hasta que el güey sacó una fusca. Asà de volada en cuanto la sacó me pegó un putazote en la nariz y me dijo ya te cargo la chingada cabron. Yo nomás vi el chorreadero de sangre y me salà corriendo. La neta ni volteé para atrás. Corrà hasta afuera.
La neta no sé si el bato tenÃa guarros o no, pero nadie me detuvo. Ya habÃa pasado unas tres cuadras cuando me detuve y escondà detrás de un carro. Ahà me quedé en lo que me quitaba el saco manchado de sangre y me limpiaba la nariz. Entonces escuché un disparo. Luego otro. Supuse que eran de la pistola del bato ese,
A la semana siguiente me entere por una amigo que conocà en Juarez que hubo una balacera en esa casa donde fui a la fiesta una semana antes me conto que un vato se disgusto con alguien en la fiesta y se fue amenazando con que iba a matarlos nadie le creyo todos estaban entonados en la fiesta al poco rato regreso con un comando armado y mataron a varios incluyendo chavas y dejando a varios mas heridos algo que era normal por esos dias que en fiestas de jovenes llegaran gente armada a ejecutar personas y los feminicidios que son comunes en Juarez.